jueves, 24 de agosto de 2017

Lecturas y Reflexiones

Este Blog tiene 63 entradas, 64 si decido publicar esta. Cuando compartí la primera, "Prefacio", nunca pensé en llegar hasta aquí. Creí que me desilusionaría y este experimento moriría antes de nacer.
Pero las primeras visualizaciones me animaron a seguir y, entonces, me atrapó esa adicción que es escribir.
Nunca pensé que eso pudiera existir porque, si hubiera tenido el menor atisbo, si un preceptor me hubiera llevado de la mano y me hubiera advertido de lo que podía pasar, probablemente "Lecturas y Reflexiones" no existiría. Me asustan las dependencias, siempre he ejercitado el difícil arte del desapego pero soy como un funambolista en la cuerda floja, siempre a punto de caer en las redes de la supeditación. Y hasta ese momento había conseguido mantenerme firme encima del cable.
Pero caí. Caí en las garras de la necesidad de expresarme y ser escuchada, algo de lo que había conseguido prescindir más de la mitad de mi vida.
Pero, aunque parezca mentira, este Blog es algo que llevo casi en secreto.
Sí, como cuando las mujeres utilizaban un seudónimo porque tenían prohibido escribir y publicar. Pero mis motivos, desgraciadamente para mi, son mucho más prosaicos. Se trata, simple y llanamente de vergüenza.
Vergüenza ante las miradas de asombro e incomprensión. Vergüenza ante la incredulidad del que duda de mi inteligencia. Vergüenza ante la condescendencia que hace que mi labor al escribir estos pequeños destellos de prosa se convierta en un hobby insignificante y en absoluto loable.
Cuando, con un simulacro de orgullo mal interpretado, doy algunas estadísticas de la repercusión que me ha llevado a seguir engrosando la lista de títulos en el índice, lo único que puedo ver es un inicio de asombro que, rápidamente, se torna otra vez en la dolorosa condescendencia.
Por eso "Lecturas y Reflexiones" está escrito para un público sin rostro. Unos lectores que no me conocen y, por tanto, me ven con mi auténtica cara. Esa que está desnuda porque soy yo en toda mi extensión. Sin dobleces, sin disfraces, sin disimulos. Y no tienen el vicio de prejuzgar.
Siempre he intentado adaptarme al medio, como esas especies que han conseguido subsistir durante siglos sin llegar a la extinción. Adaptar incluso mi vocabulario para, otra vez, evitar esas miradas de quien observa un bicho raro y que me hacían sentirme pequeñita y ridícula. Hacer de la vanalidad el tema central de mis conversaciones para no parecer aburrida, sabelotodo, "plasta" en definitiva.
Pero aquí pude crear el mundo donde siempre había anhelado vivir. El sitio donde poder expresar todas mis opiniones, mis sentimientos, mis pensamientos, mis experiencias. E, increíblemente, como un milagro por lo deseado, he encontrado unos oídos que me oigan y me devuelvan una opinión o un análisis de lo escrito haciéndome sentir, por primera vez en mi vida, que tengo algo interesante que contar, que merece la pena escucharme. Que tengo un lugar en el mundo.
Por eso, y a pesar de todo, me sigue doliendo la condescendencia.
Me sigue atenazando la sensación de invisibilidad cuando recibo la mirada indiferente, la frase que llevo oyendo desde que empecé la construcción de esta mi casa "Bueno, es una buena manera de entretenerte. Si a ti te divierte...".
¿Y que hubiera hecho Madame Curie si hubiera tenido que oír esta frase cada vez que intentara explicar sus investigaciones?


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